Financiarización

Financiarización es el término que se usa para describir la creciente hipertrofia del sistema financiero que se inicia a partir del fin del sistema monetario de Bretton Woods en 1971. Hipertrofia significa según la Real Academia Española “desarrollo excesivo de algo”. Este exceso se manifiesta en “el papel creciente de los intereses financieros, los mercados financieros, los actores financieros y las instituciones financieras en el funcionamiento de las economías nacionales e internacionales” (Gerald A. Epstein, 2005) y define “un nuevo patrón de acumulación en el que las ganancias se generan principalmente a través de los canales financieros en lugar de los del comercio y la producción de mercancías básicas” (Greta Krippner, 2005).

La financiarización tiene importantes efectos sobre las empresas, los hogares y los gobiernos.

Las empresas se orientan a maximizar el valor para sus accionistas, lo que se traduce en prácticas como la compra de sus propias acciones para elevar las cotizaciones o la inversión preferente en productos o servicios especulativos para obtener rendimientos superiores a los que genera la propia actividad de venta de productos / servicios.

Los hogares dependen cada vez más de los productos financieros para satisfacer sus necesidades y deseos. La deuda es ahora una fuente importante de financiación del gasto diario de las personas. Ello va acompañado de una creciente precarización de las condiciones laborales. La capacidad adquisitiva que deriva de los salarios se sustituye por la derivada del endeudamiento financiero.

La financiarización ha cambiado la forma en que los Gobiernos prestan servicios públicos. Los mercados financieros privados desempeñan un papel cada vez más destacado en la prestación y financiación de servicios esenciales como el suministro de agua y de energía, la sanidad o la educación.

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