Comunidad

Una comunidad es un conjunto de personas que viven en un área geográfica, con una base cultural y con fines comunes, que encuentran en su sistema de relaciones el medio para lograr la satisfacción de sus necesidades individuales y colectivas y que, además, tienen conciencia de pertenecer a ese colectivo.

Hablar de comunidad es hablar de un grupo o un conjunto de personas, de un sistema o ecosistema de relaciones, emociones y referencias. La comunidad sería una realidad más reducida y abarcable que la sociedad. Parece que el concepto de comunidad nos remite a una cierta importancia, entre esas relaciones, de las relaciones primarias de afecto, compromiso y reciprocidad (sean más intensas o más débiles) y de una cierta autoidentificación e identificación desde fuera de unas personas (y no otras) como miembros de la comunidad. La comunidad frecuentemente tiene conexión con un territorio significativo y una historia más o menos narrada. Hablar de comunidad también conduce a hablar de posibilidades de autoorganización solidaria, economía colaborativa, institucionalidad de proximidad. De ciudadanía activa, agencia política, democracia participativa. Ponemos el foco en la comunidad, pero no desconocemos la existencia de determinaciones o determinantes estructurales sociales que la atraviesan. También sabemos que no todos estos ingredientes o rasgos son imprescindibles para que podamos hablar de comunidad (puede haber realidades comunitarias en las que falte alguno de ellos).

Sabemos que las comunidades pueden ser negativas, dañinas y perniciosas y que en ellas encontramos barreras, segregación, hostilidad, maltrato y violencia. Las comunidades reales, en todo caso, son imperfectas y conflictivas y están atravesadas por contradicciones y antagonismos. Rechazamos la visión edulcorada, consensual y estática de la comunidad que oculta interesadamente injusticias estructurales que rompen y deforman las comunidades y apostamos por la construcción de comunidades participativas, equitativas y fraternas. Afirmamos, en todo caso, que estar en comunidad, participar en relaciones, redes y sistemas comunitarios es, en principio, bueno para las personas. Es capital relacional y activo valioso para la persona. La comunidad, entonces, puede ser un factor positivo para la calidad de vida y el bienestar de las personas; espacio de acogida, hospitalidad, confianza, cuidado y protección; así como articulador de la participación ciudadana para el bien común y el interés general.

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